jueves, 9 de junio de 2011

Fijman / Trejo / Bayley


                                                 módulo 2: poesía argentina

Jacobo Fijman

De Estrella de la Mañana:

Poema VI

Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.
Mi voz:
Pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas.
Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.
Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.
 
 

En Molino Rojo la música es estructurante. Así lo comentó Fijman en una de sus conversaciones con 
Vicente Zito Lema: “Mi poesía es toda medida, de una manera que la acerca a lo musical. 
En Molino Rojo hay una gran influencia de la sonata de Corelli… En Hecho de Estampas, de los 
cantos gregorianos. Y en Estrella de la Mañana la medición sigue la del latín eclesiástico”. 
Él era violinista y durante mucho tiempo se ganó la vida tocando el violín por las calles de distintas 
ciudades. Tocaba para ganarse la comida del día.
La realidad del poeta —la desolación, la angustia, el pavor encarnado—, debía ser transformada 
y esta premisa fue la que, entre líneas, permite descubrir aquello que resolverá con un gesto
 fundamental e irreversible: su conversión al catolicismo. Lo bautizaron en 1930 en la abadía de
San Benito, Buenos Aires. En su segundo libro Estrella de la Mañana, escrito en el año de su bautismo,
se advierte la prosecución del solitario camino que ha emprendido.


 
 
 
Mario Trejo
 

Poema De Puño Y Letra

Me doy por vencido.
La religión la mafia
la política y el fútbol
el ejército y la moda
mueven más gente que yo.
Son millones o pocos
pero totalmente decididos
al todo por el todo.
Yo sólo tengo que ver
con las pequeñas multitudes
de un cine de trasnoche
con la soledad de los jugadores
que ofician una partida de ajedrez
con la tibieza de algunas mujeres.

Leo
vuelvo a ver una vieja película
hago noche en Coltrane
y estiro el brazo y acaricio a mi bella
que fuma y ahora me convida.




 
EDGAR BAYLEY


TODO LO VISTO Y VIVIDO 


todo lo visto y vivido
cabe en muy pocas palabras:
en la luz de una mañana
en un trompo saltarín
en una tarde de sol
en una silla vacía
en cada piedra y la casa

todo lo visto y vivido
fulgura
se va ocultando
tras las hojas
y entre el viento
al borde de la bahía

todo lo visto y vivido
cabe en la sal
y en la mano
de quien saluda
y me lleva
al caracol y la araña
a la verdad de este día
a mi sendero y mudanza

jueves, 2 de junio de 2011

OLIVERIO GIRONDO

CROQUIS EN LA ARENA 

La mañana se pasea en la playa empolvada de sol.
Brazos.
Piernas amputadas.
Cuerpos que se reintegran. Cabezas flotantes de caucho.
Al tornearles los cuerpos a las bañistas, las olas alargan sus virutas sobre el aserrín de la playa.
¡Todo es oro y azul!
La sombra de los toldos. Los ojos de las chicas que se inyectan novelas y horizontes. Mi alegría, de zapatos de goma, que me hace rebotar sobre la arena.
Por ochenta centavos, los fotógrafos venden los cuerpos de las mujeres que se bañan.
Hay quioscos que explotan la dramaticidad de la rompiente. Sirvientas cluecas. Sifones irascibles, con extracto de mar. Rocas con pechos algosos de marinero y corazones pintados de esgrimista. Bandadas de gaviotas, que fingen el vuelo destrozado de un pedazo blanco de papel.
¡Y ante todo está el mar!
¡El mar!... ritmo de divagaciones. ¡El mar! con su baba y con su epilepsia.
¡El mar!... hasta gritar
                                            ¡basta!
                                                            como en el circo.

Mar del Plata, octubre, 1920.

Oliverio Girondo