lunes, 1 de agosto de 2011

ESCRIBIR POESÍA


TALLER DE ESCRITURA POÉTICA 2012



*Para los que ya escriben y los que están comenzando.
*Para descubrir y desarrollar tu propio estilo.
*Para poder leerte de modo crítico / intuitivo.
*Para escuchar cuándo funciona un poema.
*Para ver lo que suma y lo que debilita.
*Para tener otras lecturas y apreciaciones sobre tus textos.
*Para lograr armar un libro.

Además de trabajar sobre los textos de los participantes, 
vamos a leer poesía actual, y ensayos de poetas consagrados
sobre la experiencia de escribir.

Grupos reducidos

Sede Florida (Pdo. Vte López)
Miércoles 18 hs

Sede Villa Urquiza (Cap Fed)
Lunes 18:30hs

Coordina: Mario Nosotti
Costo mensual: $180
Consultas a marionosotti@gmail.com o al 1562459612
Info ampliada: dosdecadamil.blogspot.com



jueves, 9 de junio de 2011

Fijman / Trejo / Bayley


                                                 módulo 2: poesía argentina

Jacobo Fijman

De Estrella de la Mañana:

Poema VI

Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.
Mi voz:
Pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas.
Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.
Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.
 
 

En Molino Rojo la música es estructurante. Así lo comentó Fijman en una de sus conversaciones con 
Vicente Zito Lema: “Mi poesía es toda medida, de una manera que la acerca a lo musical. 
En Molino Rojo hay una gran influencia de la sonata de Corelli… En Hecho de Estampas, de los 
cantos gregorianos. Y en Estrella de la Mañana la medición sigue la del latín eclesiástico”. 
Él era violinista y durante mucho tiempo se ganó la vida tocando el violín por las calles de distintas 
ciudades. Tocaba para ganarse la comida del día.
La realidad del poeta —la desolación, la angustia, el pavor encarnado—, debía ser transformada 
y esta premisa fue la que, entre líneas, permite descubrir aquello que resolverá con un gesto
 fundamental e irreversible: su conversión al catolicismo. Lo bautizaron en 1930 en la abadía de
San Benito, Buenos Aires. En su segundo libro Estrella de la Mañana, escrito en el año de su bautismo,
se advierte la prosecución del solitario camino que ha emprendido.


 
 
 
Mario Trejo
 

Poema De Puño Y Letra

Me doy por vencido.
La religión la mafia
la política y el fútbol
el ejército y la moda
mueven más gente que yo.
Son millones o pocos
pero totalmente decididos
al todo por el todo.
Yo sólo tengo que ver
con las pequeñas multitudes
de un cine de trasnoche
con la soledad de los jugadores
que ofician una partida de ajedrez
con la tibieza de algunas mujeres.

Leo
vuelvo a ver una vieja película
hago noche en Coltrane
y estiro el brazo y acaricio a mi bella
que fuma y ahora me convida.




 
EDGAR BAYLEY


TODO LO VISTO Y VIVIDO 


todo lo visto y vivido
cabe en muy pocas palabras:
en la luz de una mañana
en un trompo saltarín
en una tarde de sol
en una silla vacía
en cada piedra y la casa

todo lo visto y vivido
fulgura
se va ocultando
tras las hojas
y entre el viento
al borde de la bahía

todo lo visto y vivido
cabe en la sal
y en la mano
de quien saluda
y me lleva
al caracol y la araña
a la verdad de este día
a mi sendero y mudanza

jueves, 2 de junio de 2011

OLIVERIO GIRONDO

CROQUIS EN LA ARENA 

La mañana se pasea en la playa empolvada de sol.
Brazos.
Piernas amputadas.
Cuerpos que se reintegran. Cabezas flotantes de caucho.
Al tornearles los cuerpos a las bañistas, las olas alargan sus virutas sobre el aserrín de la playa.
¡Todo es oro y azul!
La sombra de los toldos. Los ojos de las chicas que se inyectan novelas y horizontes. Mi alegría, de zapatos de goma, que me hace rebotar sobre la arena.
Por ochenta centavos, los fotógrafos venden los cuerpos de las mujeres que se bañan.
Hay quioscos que explotan la dramaticidad de la rompiente. Sirvientas cluecas. Sifones irascibles, con extracto de mar. Rocas con pechos algosos de marinero y corazones pintados de esgrimista. Bandadas de gaviotas, que fingen el vuelo destrozado de un pedazo blanco de papel.
¡Y ante todo está el mar!
¡El mar!... ritmo de divagaciones. ¡El mar! con su baba y con su epilepsia.
¡El mar!... hasta gritar
                                            ¡basta!
                                                            como en el circo.

Mar del Plata, octubre, 1920.

Oliverio Girondo

miércoles, 25 de mayo de 2011

FERREIRA GULLAR

Poema Sucio/En el vértigo del día (Fragmento)


 

Es imposible decir
en cuántas velocidades diferentes
          se mueve una ciudad
                                   a cada instante
                                   (sin hablar de los muertos
                                   que vuelan hacia atrás)
                                   o incluso una casa
donde la velocidad de la cocina
no es igual a la de la sala (aparentemente inmóvil
en sus jarrones y bibelots de porcelana)
          ni a la de la huerta
          abierta a los vientos de la época
                                   ¿y que decir de las calles
de tránsito intenso y de la circulación del dinero
y de las mercaderías
         desigual según el barrio y la clase, y de la
         rotación del capital
         más lenta en las verduras
         más rápida en el sector industrial, y
de la rotación del sueño
         bajo la piel,
         de un sueño
         en el pelo?
         ¿y las tantas situaciones del agua en la vasijas
         (lista para huir)
         la rotación
         de la mano que busca entre los pendejos
         el sueño mojado los muchos labios
         del cuerpo
         que a la caricia se abre en rosa, la mano
         que allí se detiene a ensuciarse
         de olores de mujer,
                           y la rotación
         de los olores otros
         que en la quinta se fabrican
         junto a la resina de los árboles y el canto
         de los pájaros?
         ¿Qué decir de la circulación
         de la luz solar
arrastrándose en el polvo bajo el ropero
         entre zapatos?
                             ¿y de la circulación
         de los gatos por la casa
         de las palomas por la brisa?
y cada uno de esos hechos en una velocidad propia
         sin hablar de la propia velocidad
         que hay en cada cosa
                       como los muchos
         sistemas de azúcar y alcohol en una pera
                                                                 girando
         todos en diferentes ritmos
                                               (que casi
         se pueden oír)
                             y componiendo la velocidad general
         que es la pera
del mismo modo que todas esas velocidades mencionadas
         componen
(nuestro rostro reflejado en el agua del lavadero)
         el día
         que pasa
         -o pasó-
         en la Ciudad de Sao Luís.
         Y del mismo modo
que hay muchas velocidades en un
         sólo día
y en ese mismo día muchos días
         así
tampoco se puede decir que el día
tiene un único centro
                             (hecho un carozo
                             o un sol)
         porque a decir verdad un día
tiene unnumerables centros
         como, por ejemplo, el jarro de agua
         en el comedor
         o en la cocina
         en torno del cual
desordenadamente giran los miembros de la familia.
         Y si en ese caso
es la sed la fuerza de gravitación
         otras funciones metabólicas
         otros centros generan
         como el inodoro
         la cama
         o la mesa del comedor
(bajo una luz roñosa en una
         casa de una sola puerta y una sola ventana de la calle de la Alegría 
         
en la época de la guerra)
sin hablar de los centros cívicos, de los centros
         esperitistas, del Centro Cultural
Goncalves Dias o de las pescaderías
         colegios, iglesias y prostíbulos,
         otros tantos centros del sistema
         en que el día se mueve
(siempre en velocidades diferentes)
         sin salir del lugar.
         Porque
         cuando todos esos soles se apagan
         resta la ciudad vacía
         (como Alcantara)
         en el mismo lugar.
Porque
diferentemente del sistema solar
         a esos sistemas
         no los sostiene el sol y sí
los cuerpos
que giran alrededor de él:
no los sostiene la mesa
sino el hambre
no los sostiene la cama
y sí el sueño
no los sostiene el banco
y sí el trabajo impago.
Y esa es la razón porque
cuando la gente se va
         (como en Alcantara)
se apagan los soles (los
         jarros, las cocinas)
         que de ellas recibían el calor
         esa es la razón
         porque en Sao Luís
de donde la gente no se fue
         aún en este momento la ciudad se mueve
         en sus muchos sistemas
         y velocidades
         pues cuando una vasija se rompe
         otra vasija se hace
         otra cama se hace
         otra jarra se hace
         otro hombre
         se hace
para que no ese extinga
         el fuego
         en la cocina de la casa
Lo que ellos decían en la cocina
         o en la terraza del caserón
         (en la calle del sol)
         salía por las ventanas
         se oía en los cuartos de abajo
en la casa vecina, en los fondos de la mueblería
         (y vaya uno a saber
         cuánta cosa se dice en una ciudad
         cuántas voces
         resbalan por ese intrincado laberinto
         de paredes y cuartos y zaguanes,
         de cuartos de baño, de patios, de huertas
                                                                     voces
         entre muros y plantas,
                                       risas,
         que duran un segundo y se apagan)
         Y son cosas vivas las palabras
y vibran con la alegría del cuerpo que las gritó
tienen hasta su perfume, el sabor
         de la carne
que nunca se entrega realmente
ni siquiera en la cama
         sino a sí misma
         a su propio vértigo
                                  o así
                                  hablando
                                  o riendo
                                  en el ambiente familiar
mientras como una rata
podés oír y ver
desde tu cueva
cómo esas voces rebotan en las paredes del patio vacío
en el armazón de hierro donde se seca una parra
entre alambres
de tarde
en una pequeña ciudad latinoamericana.
Y en ellas hay
una iluminación mortal
                                  que es de la boca
                                  en cualquier tiempo
pero que allí
en casa
                  entre muebles baratos
                  y ninguna dignidad especial
minaba la propia existencia.
                                  Reíamos, es cierto,
alrededor de la mesa de cumpleaños cubierta de confites
de menta envueltos en papel de seda de colores,
                                                              reíamos, sí,
pero era como si ningún afecto valiera
como si no tuviera sentido reír
         en una ciudad tan pequeña.
                   El hombre está en la ciudad
                   como una cosa está en otra
                   y la ciudad está en el hombre
                   que está en otra ciudad
                   pero variados son los modos
                   en que una cosa
                   está en otra cosa:
                   el hombre, por ejemplo, no está en la ciudad
                   como un árbol está
                   en cualquier otro
                   ni como un árbol
                   está en cualquiera de sus hojas
                   (aún rodando lejos de él)
                   El hombre no está en la ciudad
                   como un árbol está en un libro
                   cuando un viento allí lo trashoja.
                   La ciudad está en el hombre
                   pero no de la misma manera
                   en que un pájaro está en un árbol
                   no de la misma manera en que un pájaro
                   (la imagen de él)
                   está/ba en el agua
                   y tampoco de la misma manera
                   que el susto del pájaro
                   está en el pájaro que yo escribo
                   La ciudad está en el hombre
                   casi como el árbol vuela
                   en el pájaro que lo deja
                   cada cosa está en otra
                   a su manera
                   y de manera distinta
                   de como está en sí misma
                   la ciudad no está en el hombre
                   del mismo modo que en sus
                   almacenes plazas y calles

                                            Buenos Aires, mayo / octubre, 1975

miércoles, 18 de mayo de 2011

Carlos Drummond de Andrade


Los hombros soportan el mundo
 
Llega una época en que no se dice más: Dios mío.
Época de absoluta depuración.
Época en que no se dice más: amor mío.
Porque el amor resultó inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos tejen apenas su rudo trabajo.
Y el corazón está seco.

En vano mujeres golpean la puerta: no abrirás.
Te quedaste solo; la luz se apagó,
pero en la sombra tus ojos brillan enormes,
Eres todo certeza; ya no sabes sufrir
y de tus amigos no esperas nada.

Poco importa que llegue la vejez, ¿qué es la vejez?
Tus hombros soportan el mundo:
y no pesa más que la mano de un niño.
Las guerras, las hambres, las discusiones dentro de los
    edificios
prueban apenas que la vida prosigue
y no todos se liberan todavía.
Algunos, encontrando bárbaro el espectáculo,
preferirían (los delicados) morir.
Llegó una época en que da igual morir.
Llegó una época en que la vida es una orden.
La vida apenas, sin mistificación.

martes, 10 de mayo de 2011

Lezama Lima


UNA OSCURA PRADERA ME CONVIDA

Una oscura pradera me convida,
sus manteles estables y ceñidos,
giran en mí, en mi balcón se aduermen.
Dominan su extensión, su indefinida
cúpula de alabastro se recrea.
Sobre las aguas del espejo,
breve la voz en mitad de cien caminos,
mi memoria prepara su sorpresa:
gamo en el cielo, rocío, llamarada.
Sin sentir que me llaman
penetro en la pradera despacioso,
ufano en nuevo laberinto derretido.

Allí se ven, ilustres restos,
cien cabezas, cornetas, mil funciones
abren su cielo, su girasol callando.
Extraña la sorpresa en este cielo,
donde sin querer vuelven pisadas
y suenan las voces en su centro henchido.
Una oscura pradera va pasando.
Entre los dos, viento o fino papel,
el viento, herido viento de esta muerte
mágica, una y despedida.
Un pájaro y otro ya no tiemblan.

domingo, 1 de mayo de 2011

Ernesto Cardenal

 Los Chayules
 
De tarde sobre el lago vienen nubes tenues grises
que no son nubes
son nubes de chayules
tan chiquitos que entran por el cedazo
y no nos dejan leer
en muchas páginas de nuestros libros están pegados
transparentes y verdecitos del tamaño de una letra
y a veces debemos apagar la luz. Al otro día
en la terraza son cerros de chayules muertos
que hay que barrer. Viven sólo 24 horas
y no comen ni una vez
ni siquiera tienen aparato digestivo.
Dicen que vienen de rincones sombríos del Río San Juan
donde están las larvas a 2 metros de profundidad. A veces
amanece el lago, calmo, por Las Balsillas, cubierto
de una capa de chayules muertos, como 1” de espesor
grandes pescados por todos lados saltan a comerlos
y el bote va dejando detrás como un canal...
Son muy parecidos a los zancudos, pero no pican
-qué tal si picaran-
Querrás saber cómo viven sin comer, cómo crecen.
No crecen: nacen ya como son.
Pero antes tuvieron una existencia diferente
en la que fueron unos gusanitos negros nadando en el agua
y entonces sólo comieron.
Ahora toda su vida es boda, sólo boda.
¿Sabés qué son los chayules? Son sexo con alas.
Pensamos que sólo sirven para jodernos
pero esos animalitos minúsculos de carne de aire
son como una alegoría de algo, allí en el aire:
De una existencia distinta que puede tener el hombre
en otro elemento y con otras funciones
un poco como chayules transparentes, en cierta forma
-sólo vuelo y amor.

sábado, 12 de marzo de 2011

Dos de cada mil


A ALGUNOS LES GUSTA LA POESÍA


A algunos
es decir, no a todos.
Ni siquiera a los más, sino a los menos.
Sin contar las escuelas, donde es obligatorio,
y a los mismos poetas,
serán dos de cada mil personas.

Les gusta,
como también les gusta la sopa de fideos,
como le gustan los cumplidos y el color azul,
como les gusta la vieja bufanda,
como les gusta salirse con la suya,
como les gusta acariciar al perro.

La poesía,
pero qué es la poesía.
Más de una respuesta insegura
ha habido a esta pregunta.
Yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro
como a un oportuno pasamanos.
                                                        
                                             Wislawa Szymbroska